Mi nombre es David. De niño, me formé en el colegio católico del Santísimo Sacramento. Aquellas aulas resonaban con el eco de historias bíblicas, cánticos y enseñanzas, y las monjitas del colegio sembraron semillas de fe en mi corazón, dejando una impresión imborrable.
Sin embargo, la turbulenta adolescencia y un cientificismo ciego me llevaron por un camino distante de mi fe. Durante años, me sumergí en un escepticismo arrogante, proclamando orgullosamente mi incredulidad y despreciando aquellos días de devoción inocente. Me convertí en alguien que, en retrospectiva, no me hace sentir orgulloso.
"Cientificismo: Es la creencia en el poder exclusivo de la ciencia para explicar todos los aspectos de la vida y el rechazo de todo conocimiento o moral que no se basa en criterios científicos."
Pero agosto de 2023 fue un mes de metamorfosis para mí. No hubo luces místicas ni apariciones celestiales; más bien, experimenté un renacimiento interno, una claridad que nunca antes había sentido. Una inmensa paz y felicidad me envolvieron, y desde entonces, he caminado por la vida con una certeza reconfortante: Él está conmigo.
Todos los días, elevo una oración simple pero sincera: "por favor, no me dejes perder la fe que me has dado".
Agradezco inmensamente al Padre Antonio de Rincón de la Victoria, Málaga, y al Padre Miguel de Cañaveral, Madrid, por ser faros en mi redescubrimiento espiritual. Pero el agradecimiento no estaría completo sin mencionar a tantos seres queridos que me han sostenido durante este viaje, especialmente a mis padres, cuyo amor y guía han sido inquebrantables.
Ahora, a través de 99 OVEJAS, espero compartir, inspirar y conectarme con otros que, como yo, buscan respuestas, consuelo y comunidad. Porque, después de todo, no importa cuántas veces te desvíes, siempre hay un camino de regreso al redil.